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Trabajando en casa

¿Por qué deben trabajar los niños?

El trabajo no es malo, lo malo es no entender que el trabajo es formativo. El trabajo sirve para que los niños crezcan moralmente y aprendan que las cosas no se obtienen de los árboles y que lo bueno de la vida, llega como premio al esfuerzo.

Publicado: 2015-02-18

Decir que los niños sólo tienen que estudiar y jugar, no es el mejor consejo. Una cosa es abusar de ellos y obligarlos a realizar trabajos que los exponga al peligro y, otra muy diferente, enseñarles que hay muchas cosas que pueden hacer dentro de la casa para su formación, y para que contribuyan a la buena convivencia en el hogar. 

Al trabajo no se le debe ver como un castigo, sino como una parte importante de la vida, hay un tipo de trabajo diferente para todos de acuerdo a la edad y a las propias capacidades.

El trabajo sirve para aprender a no frustrarse y seguir poniendo lo mejor de uno mismo, hasta llegar a la meta.

El trabajo en las antiguas civilizaciones

En la antigüedad, se sabía que la niñez es la mejor etapa para amoldar al ser humano en los valores trascendentes, por lo que los padres entregaban a sus hijos pequeños al cuidado de un maestro espiritual que se encargaba de su educación. Parte de la instrucción del maestro era el trabajo físico, porque por esa vía, es que el discípulo asimila la mayoría de las enseñanzas. Hay muchas películas que grafican este tema de manera bastante clara.

Si nos remontamos a la antigua Esparta, encontraremos que desde los siete años, los niños eran separados de sus familias para que aprendan a valerse por sí mismos, según lo que hemos investigado, a los niños se les formaba en la obediencia, camaradería y servicio a la comunidad, aprendían a ejercitar su cuerpo y el uso de armas, cuando llegaban a los veinte años se les consideraba guerreros con derecho a un lote de tierra, a cooperar en la educación de los más jóvenes, y a participar en las reuniones comunitarias. Esparta era conocida por ser una sociedad ejemplar.

En el incanato, el trabajo era de una ley de vida. Desde la niñez, los hombres y mujeres del pueblo tenían obligaciones menores que iban incrementando en responsabilidad con la edad. Los menores servían a los padres en las labores domésticas y en el trabajo del campo.

La vida plácida no enseña nada, por el contrario, son las adversidades las que nos dan grandes lecciones de vida.

Si revisamos la vida de grandes personajes veremos que su niñez estuvo marcada por etapas difíciles, que bien asimiladas, hicieron de ellos grandes hombres. Un ejemplo claro, lo podemos encontrar en la biografía del papa Juan Pablo II. Karol Wojtyla, tuvo una infancia y juventud marcada por la pobreza, el dolor y la dificultad, y así, se convirtió en una persona extraordinaria.

No está bien explotar a los niños y hacer que dejen de estudiar, pero hacerlos trabajar y esforzarse un poquito, más bien les puede brindar una herramienta valiosa para enfrentar la vida. Darles una obligación en casa, es una manera de prepararlos para el mundo de los adultos, para que sean independientes y no dependan de los padres para toda su vida. Hay una sabia máxima que dice, “Los mejores padres son los que hacen que sus hijos no los necesiten”.

La sabiduría está en saber balancear el estudio, el ejercicio físico, el juego, y las obligaciones. Los niños pueden y deben ayudar en casa. Los adultos están para ayudarlos a entender que madrugar, hacer ejercicio y esforzarse no es malo, por el contrario forja el Mente Sana, en Cuerpo Sano.


Escrito por

Ana Ayquipa Cabrera

Comunicadora, bloguera de cultura


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